La vista desde una cachucha es interesante. Ya no es la vista que los biólogos designan para los humanos. Es otra. La de un mutante. Cambia todo bajo el sol. Cambia más con las manos llenas de mugre por tanto contar dinero. Mi dedo índice y el dedo gordo tienen rajadas, pero ya se me esta formando cayo. El sol y la cachucha. Soy la mutante sol-cachucha. Tengo una sonrisa para todos. “Ocho dólares,” ese es mi vocabulario. El humo caliente que sale de todos los mofles, seguramente es lo que causa que mis labios se estén poniendo ásperos y secos. Soy yo, la que llevo chorro-cientos mil años en la puta escuela, con mi título, y de cajera. Soy yo, la mutante sol-cachucha.
–-Ocho dólares, por favor-- Sonrío a la cara que se queja del precio, mientras trae un SUV último modelo, marca Mercedes, y me da cien dólares para pagar su estacionamiento de su cartera que saco de su bolso, ambos marca Coach.
-–2, 10, that makes 20, and here is 40, 60, 80, and 100. Let me give you your ticket. Straight ahead please.--
Sigo sin rumbo. Pero ahora soy la SOL-CACHUCA. Tengo poderes mágicos, capaces de mantenerme parada por horas (16) y seguir sonriendo, y todavía salir, qué al la Plaza, a ver que pasa.
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