Así se oye tu voz, como quebradiza por no saber de mí. Yo lo puedo detectar porque así esta la mía también, como niño de trece años que a cada rato se le sale un gallo. Y no importa que no pueda ver tu voz, eso es una cosa que no voy a extrañar cuando ya no pueda ver (lo acabo de descubrir), porque, ja, la voz se siente y yo siento lo que tú sientes a través de las hondas que produce el sonido de tu voz al retumbar en mí. Oprimir un botón y oír tu voz, con eso me basta.
–Hola Mariana- pausa incomoda.
–Espero encontrarte al rato- respiración profunda.
–Bye- y un bip eterno.
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