Ayer, por el calorcito que me dio, me la pasé roseándome de agua con un atomizador que use la primera vez que me pinte el cabello. Pintarme el cabello es una de las cosas que nunca volveré a hacer, y el atomizador es una de las tantas cosas que acumulas, que se convierten inservibles, y que reducen tu espacio. Y ahora me doy cuenta de que estoy aterrorizada con eso…el tamaño de mi espacio. El otro día me dieron las gracias por compartir mi espacio y no sabía que hacer con eso. –Es como algo muy tuyo, es tú.- Y yo muda, sonreí y pregunte por qué, como siempre, pero sólo conseguí una sonrisa de respuesta. Y por fin ya encontré por qué todo se me hace tan raro…es que todo esto significa compartir mi espacio, enterrar unas cosas, dejar ir otras, destacar unas más, todo para poder dejar que en mi espacio entre una novedad. No sé todavía en dónde la voy a colocar y si al fin se quedará o si se convierte en una de esas cosas que me encanta hacer y que después me parecen de lo mas inútil, como pintarme el cabello y el atomizador.
El viernes por la mañana no se me ocurrió que pudiera pasármela cambiando todo, lo que se refiere a mi espacio, para después mostrarme como me mostré. Y es que desde niña, y quien sabe como me lo dirían, porque no me acuerdo, pero se que ahí está, me enseñaron en tener vergüenza de ser niña. Me ponía a jugar con mi hermano y su clica, y me compraban mas barbies, como para que me acordara que es lo que me tiene que gustar, las cosas de niñas. Hoy encuentro con que me dicen, -A las mujeres no les gusta hacer eso.- ¿Entonces no seré mujer? Claro que si, pero de las que no se declaran como tal. Primero soy humano, y lo que diré a continuación no es mentira, por lo menos si crees en la ciencia y en las teorías de algún sicólogo y dice…el ser humano tiene necesidades básicas y biológicas: 1) comer 2) dormir 3) respirar 4) orinar y defecar 5) el sexo. Lo curioso es que no se me ocurre como puedo escribir “sexo” en la forma de verbo infinitivo sólo se me ocurre como sustantivo. Pero es tanto verbo como sustantivo. Soy de sexo femenino y me gusta el sexo. Y tengo una sola queja, bueno varias, quisiera que fuera mas normal, mas órale que cool, mas claro que si, mas aquí estoy, mas así no y así si…
Hoy por fin me llegó el mensaje que dejaron ayer en la contestadora. El domingo hablaba de cómo él pudo, con mucho trabajo y sus anteriores relaciones profesionales, destacar en su carrera, mientras comía menudito para la cruda y compartía mi espacio. El lunes en la mañana sonó el teléfono, y como estaba orinando dejaron recado –Contador, habla Erica del despacho, y nos acaban de hablar del despacho del Contador Calderón para avisarnos que falleció ayer en la ciudad de México, nos hablarán después para darnos los detalles del funeral.- Y en la noche que llegan, me preguntaron –No hubo ninguna novedad.- Pensé decirles todo lo que sucede con mis temores de mi espacio, pero no me atreví, y conteste –No, todo bien, buenas noches.- Hoy desperté diciéndome –Si hay novedad.- Entonces les hablé para que escucharan el mensaje, porque no quise dárselos yo, por lo regular no les gusta mi modo de decir las cosas, preferí oprimir un botón. Nunca pensé que se podría causar llanto con oprimir un botón…y nos abraza y nos dice, -Se despidió de mi, el jueves nos habló para decirnos de su operación en el DF, pero que regresaría—y mas llanto. Por mi parte me dio frío, quería poder dar calor de apoyo pero no podía superar el frío que me invadió de lo raro que es ver a mi padre llorar. –Sí sabían que era mi profe…- y comenzó a recontar todas sus vivencias juntos, mientras me daba más frío con cada lágrima de mi padre. Y todo lo de mi espacio se volvió secundario, hasta que me encuentro aquí matando tiempo para entrar a mi clase.
Mi espacio.
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