El se oscurece en este tipo de situaciones (yo me imagino), no sabe de donde brota el telón para dar por terminada su vida. Quizás de cuando era niño y jugaba a casarse y que el era la novia, y su prima el novio, y su hermana el padre. A mí me mandaban con los payasos, así le decíamos a los de la tiendita del barrio, a comprar hostias de colores. Yo ponía los trastecitos que tenía para jugar al tesito para uso del “padre,” le agarrábamos pañoletas a mí mamá, y ordenábamos todo para jugar a “la boda.” Y en eso que llega mi madre y le dice -Pero tu tienes que ser la novia no el novio.- Creo que inmediatamente después paso El Chuy El Loco por nuestra cera y todo el incidente quedo olvidado y borrado de nuestras memorias. (Tengo que decir que El Chuy El Loco era uno de los loquitos del barrio, que se cargaba un barrigota y una coca cola no-retornable de un litro por doquier. Yo por lo menos le tenía pavor. Siempre era de que estaba toda la chamacada jugando a la boda o a la trais y pasaba El Chuy El Loco y empezaba el coro: -¡Ahí viene el chuy el loco! ¡Ahí viene el chuy el loco!- Nunca le escuche pronunciar palabra, pero con las pedradas que nos tiraba creo que era el comunicado necesario para dejarlo en paz y dejarnos saber que no era un loco; por lo menos para mi frente sangrienta lo fue.)
Aquí termina esta memoria.
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